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miércoles, 14 de noviembre de 2012


MI LUGAR, TU MIRADA.

Tumbado en la alfombra de tu mirada,
regocijado en tu calma,
la miro y  tu miras, miras a un echado,
tumbado a tus espaldas.

Una ninfa sería demasiado poco
para tu cuerpo; par de lunas para tus ojos,
y mientras me escondo en tu mirada,
sin coraje para decirte a la cara...

Te miro con la palabra punzante,
esperando atacar la conversación,
y no más puedo que esconderme
en mis oscuridades...no, mejor tu mirada.

La lengua se me quema de estar encerrada,
encarcelada sin decir lo que espero que oigas,
muda sin saber si aprobarás,
dolorida de no poder expresarlo.

Corroe mi interior la acidez de la mudez,
pero mientras, me esconderé en tu mirada.


COMO LEÓN DE HOJALATA

A veces parece que el hombre no está dotado de razón, ni de aquello que late bajo el pecho. A veces, el hombre es un león cobarde de hojalata.

Arrancadme mis quimeras,
no seré persona, no sonreiré,
no en la voz me alojaré,
ni sabré de mi existencia.

Seré la inerte piedra del río,
que me arrastran,
y mi impedimento es nulo,
seré la llama apagada del frío.

Arrancadme mi sentimiento,
y seré el frío mármol que pisas,
una rosa sin perfume, ni si quiera siente,
ni sabré que me arrancan el corazón.

Seré la estatua de la iglesia,
no me verán siquiera un ladeo,
seré el hombre de hojalata,
pero ni sabré que lo soy.

Y vendrá la tristeza a visitarme,
¡tampoco lo hará!, no padezco a la enfermedad,
no, y arrancadme mis espinas,
y seguiré andando un camino sin caminar.

Arrancadme un lamento,
y no podréis, mi metal lo impedirá,
porque no existe nadie tan inerte
como el fruto de la actual humanidad.

ARDO EN MIS ENTRAÑAS

Entregado el sol en su lejanía,
lo retienes en tus manos
su fuego arde en mi interior,
y tú, leña aquella, no olvido, no consigo.

Una vez retenido el tiempo,
una vez un stop al adiós,
una vez un cuento de hadas sin perdices,
una vez la princesa rescata.

Mirada que reflejas en el agua,
te la robaré, no quiero olvidar esos ojos,
y mientras arde el dolor, se abre,
mis entrañas explotarán si no paras.

Una vez espero que me esperes,
una vez que no será la última,
una vez que me vuelvo a entregar,
una vez, que no regalas, y vuelves a quemar.

Ardo en mis entrañas, y me consumo en el lagrimal.