Caminaba por un sendero,
seguía, miraba la vida,
igual que ella me observaba,
y yo sonreía; las gotas marinas
asomaban en mi cara.
Ya no navegaba en un velero,
ya andaba por un sendero,
sin puerto ni vela me sentía otro,
esperanzado de volver a sentir la corriente.
Ya la tristeza reflejaban mis ojos,
quería estar entre el azahar del oleaje,
con mi alma en un mastil,
y mi calavera bajo la quilla,
acariciándome, asesinando mi sed pirata.
Cual niño con su juguete, alegre por jugar,
pero basta con que se rompa,
y pedazos de cristal de corazón, se reflejan en la mirada.
¿Por qué, mar? ¿Qué pirata fue atrapado en tus aguas?.
Tienes toda mi alma quebrada.
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