Abandonaste mi sendero,
sin despedida, sin reloj, sin nada,
y lo llevabas el todo contigo.
Ahora caminas sobre el lodo,
y en mi sendero llueve sin tiempo;
ya no te veo, no te diviso;
mares de ratas, que desgracia del cielo.
¿Qué lluvia cae del cielo,
si no mis lágrimas, arrojadas al suelo?
Ahora mi sendero está en el reino de la soledad;
¿quién vendría a mi corazón conquistar?;
un mar, un sol; gotas de melancolía,
que despedidas de mi único ojo, vuelven a brotar.
2 comentarios:
Me gusta tu blogg, y eso que a mi la poesía no me gusta.
Pero la que has escrito aqui, es muy bonita.
Bye!!
Me alegro mucho que te haya gustado, Ricardo. Has alabado unos minutos de tinta y papel.
Ah, cuéntame lo del trato.
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