Risas soñadas,
amante color negro,
cerrado corazón,
(no debe ser así)
y ojos reclamados al universo,
los tuyos, atravesados
por la gravedad de mi amor.
Libros de guía,
para viajar por los senderos
del músculo ardiente,
que lleva el mando,
y guerra causada,
por cruzar con mi débil
velero tu sangre rebelde.
Misteriosos signos,
¿quién los supiera leer?;
son textos primos
del por qué estoy en prisión,
¡en la mía propia,
de mi propio corazón!;
y todo por haberte amado tanto
que alcanzé los límites del amor.
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