Surcaba atareados colores,
dichosa y alegre,
sin negro ni blanco
ni bandera que valiese.
Surcaba las velas,
las apagaba con color,
se valía de ellas
y bailaba con y sin amor.
Surcaba los años de ella,
y sin saberlo,
se metía en los míos,
normal como me miraba
y peligroso como me enamoraba.
Surcaba las mentes,
las torturaba con belleza,
las destruía con amor,
y buscando la mía se dio cuenta
de que ya la tenía.
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